31 diciembre 2015

(Más) villancicos griegos

Termino el año como manda la tradición griega, con los villancicos de Año Nuevo (ya en tiempos hablé de los de Navidad). Lo hago porque sí, porque me apetece, porque esta cancioncilla entrañable solo se canta un día al año y el gélido viento del norte, que sopla con promesa de nieve, parece susurrármelo desde la mañana.

La letra de este villancico tiene truco y durante mucho tiempo no conseguí descifrar su significado, pues los versos parecían no tener ninguna correlación entre sí. Cuál no fue mi sopresa cuando un día como hoy decidí investigar el asunto y supe que esta alegre cancioncilla, dedicada casi en su totalidad a Ai Vasilis (San Basilio el Grande, el Papá Noel griego que trae los regalos el primer día del año), esconde una serenata de amor (más bien, queja de amor) de un chico pobre a una doncella, allá por la época de Bizancio. Entonces (¿como ahora?) los festejos populares eran la única ocasión en que dos personas de diferente rango social pudieran interactuar. Así, los cálanda se cantaban (y se cantan) de puerta en puerta a cambio de un pequeño aguinaldo. Este en cuestión, tiene sentido únicamente si se leen los versos alternos: los impares son los propios del villancio, mientras que los pares esconden el mensaje secreto para la amada. 

Mientras que los versos impares se limitan a desear feliz comienzo de año y evocar algunas escenas religiosas, en los versos pares el chico elogia a la doncella, diciéndole que es alta como un romeral (en griego, de género femenino, más acorde), que parece una iglesia con su cúpula (alusión a los altos sombreros cónicos de la época). El chico quisiera que salga de su casa para que se alegre su corazón, pero ella no se digna hacerlo. Entonces ruega a "su dulce señora" que que se fije en él. Por último, se dirige a San Basilio en busca de ayuda o consuelo.

Resulta muy difícil, y puede que sea imposible, trasvasar la plasticidad y sonoridad de los versos griegos al español, pero aquí dejo un bosquejo de traducción de este famoso villancico.

1. Comienza el mes, comienza el año
2. Mi alto romeral 
3. feliz año nuevo tengamos todos
4. iglesia con su sagrada cúpula
5. Al principio salió Cristo, sagrado espíritu,
6. a caminar sobre la tierra para alegrar nuestros corazones 
7. San Basilio viene
8. y no se digna recibirnos
9. de Cesarea
10. tú eres mi señora
11. Lleva un icono y un papel
12. tan dulce como si fuera de azúcar
13. un papel y una pluma
14. mira a este humilde muchacho 
15. La pluma escribía
16. y le decía su desdicha
17. Y el papel habla
18. ¡mi buen santo, Basilio!
19. Siéntate y come, siéntate y bebe
20. Siéntate y cuéntanos tu pena
21. Siéntate y canta para alegrar nuestros corazones.

 Καλή χρονιά!

28 agosto 2015

Balance del verano

Y así termina el verano menos veraniego de todos los veranos griegos. Con esta frase lapidaria pretendía rematar este texto. Se me vino a la cabeza cuando ni siquiera tenía claro que fuera a escribir nada, o más bien no sabía qué iba a escribir. Sea como fuere, a la hora de la verdad, al abrir mi cuaderno de notas, he decidido que fuera la primera y no la última frase, lo cual me obliga a matizarla, dejando la puerta  abierta a un final más optimista.


Hace años que vengo afirmando (seguramente también por escrito) que si hay algo que caracteriza el verano griego, para mí, no es ni el sol ni el mar (que también), sino un continuo estado de despreocupación. Así como en la Antigüedad los Juegos Olímpicos eran un periodo de tregua sagrada a todos los efectos, el verano helénico supone una tregua de un par de meses en que los problemas cotidianos parecen, si no esfumarse, sí reducirse a dosis casi inocuas.

En mi percepción de este verano como "poco veraniego" influyen factores de diversa índole. Intento, no sin esfuerzo, desbrozar los estrictamente personales de los más generales y el balance global sigue dando poco veraniego, por sus bajos índices de despreocupación. Todo comenzó con el órdago del gobierno de Tsipras en forma de referéndum, lo que llevó al corralito y la polarización de la sociedad entre los partidarios del Sí y los del No. La victoria de este último en las urnas y su posterior derrota (humillante, diría yo) en Bruselas pasó factura a los ánimos de los griegos y la tensión de semanas dio paso a una honda decepción. Como prueba de ello, Atenas se resistía a vaciarse hasta bien entrado el mes de agosto. Todo el mundo parecía estar en guardia, a la espera de algo. Afortunadamente, la saudade importada en esas primeras semanas de corralito se fue esfumando conforme el sol iba calentando la llanura ática y poco a poco, mucho más discretamente que otros años, los atenienses fueron esparciéndose por tierra, mar y aire y, con ellos, también gran parte de sus preocupaciones.

Sin embargo, el Parlamento seguía funcionando a pleno rendimiento, trasnochando literalmente para votar el sinfín de medidas impuestas por Bruselas y propuestas por un gobierno a la deriva que finalmente habría de zozobrar. En la tarde-noche del veinte de agosto, la tregua estival se vio interrumpida por la dimisión del Primer Ministro, cuyo mensaje a la nación me sorprendió de camino a Atenas. La voz solemne de Tsipras, con el rozar de las ruedas sobre el asfalto como música de fondo, es uno de los momentos más emocionantes que me deja este verano, augurio del advenimiento de nuevos momentos históricos.

Superada esta pequeña recaída, el verano heleno vuelve a recuperar su pulso en la recta final y, como suele suceder, las cosas no son tan feas como las pintan. Sin ir más lejos, el corralito, una vez establecido y reajustado, es poco más que una anécdota en la vida cotidiana del griego medio. Es más, gracias al control de capitales, el pago con tarjeta se ha extendido de forma asombrosa, lo que favorece la recaudación de impuestos y facilita la vida del consumidor. No hay mal que por bien no venga y yo me pregunto si no habría que imponer un corralito también en España, para evitar la fuga de capitales...

Se avecina un invierno duro y lleno de incertidumbre para Grecia, pero al menos los griegos vendrán cargados de luz y mar para aguantar lo que les echen, como han hecho siempre a lo largo de su agistada historia. Y me vuelvo a reafirmar: no hay mejor antídoto para los males (del alma, del cuerpo y del país) que una isla griega. Y si es cicládica, mucho mejor. Amén.

06 agosto 2015

Al pequeño viento del norte...


Seis de la mañana. El meltemi sopla en el patio, golpeando todo lo que encuentra a su paso. Se adentra en el dormitorio y me envuelve en una caricia fresca y firme, casi violenta. Y en este precoz despertar, me viene la melodía que Theodorakis puso a los versos Elitis...


Al pequeño viento del norte le pedí que fuera un buen chico,
que no me diera portazos ni golpes en la ventana,
pues en esta casa velo a mi amor que se muere,
y le miro a los ojos y apenas respira.

¡Adiós, huertos; adiós, arroyos!
¡Adiós, besos y adiós, abrazos!
Adiós a los cabos y a los rubios arenales,
adiós a los juramentos eternos.

Me inundan los lamentos, pues en este mundo
los veranos perdí y caí en el invierno.
Como el barco que iza sus velas y se hace a la mar
veo desaparecer la tierra y contraerse el mundo.
ODISEAS ELITIS

09 julio 2015

Una extraña saudade

Todas las lenguas tienen palabras intraducibles, palabras que designan pensamientos o acciones intrínsecos de la cultura a la que va ligada. Lo es nuestra sobremesa, costumbre muy mediterránea, que aunque existe también en Grecia, aquí no recibe entidad propia y, por tanto, tampoco designación. Justo lo contario ocurre con el filótimo griego (su palabra intraducible por antonomasia), que contiene lo amable, lo hospitalario, lo cortés (filos, amigo) y lo honroso, lo justo (timí, honor).  Tener filótimo es tomar conciencia de lo que es correcto y bueno y ejecutarlo, comportarse de forma intachable, ofrecer lo mejor a la familia, los amigos y la sociedad. Muchos de los comportamientos que los griegos incluyen dentro del filótimo los reconozco como propios de mi cultura, aunque el español no tenga una palabra para designar todo ese compendio de virtudes.

04 julio 2015

Ni contigo ni sin ti


Llevo toda la semana pensando que debo escribir un post. Como cada vez que Grecia vive un capítulo importante. Sin embargo, no terminaba de atreverme porque en mi cabeza reina un pandemónium (palabra griega, por cierto) y realmente no sé qué decir. Finalmente, dado que en la última entrada (allá por el frío enero) hablé sobre el neonato gobierno Tsipras y estos días parece que se estuviera preparando para su funeral, me he atrevido a hacerlo.

30 enero 2015

Empezar con buen pie

Me da la risa floja cada vez que oigo a un político o un periodista español hablando de las elecciones de Grecia. Llevo años escribiendo en este blog (aunque en los últimos tiempos lo tenga algo abandonado, muy a mi pesar) y los posts dedicados a temas de actualidad política no han sido pocos. Por suerte o por desgracia, la vida me trajo a Atenas poco antes de que "estallara" la crisis, así que es inevitable hablar de política. Aun así, cada vez que lo hago me pienso muy mucho lo que escribo. Primero, porque, sin ser apolítico (ni mucho menos), considero que me falta bagaje en este tema; pero sobre todo porque, a pesar de conocer la lengua y la cultura del país, no dejo de ser un outsider, y hay muchas cosas que simplemente no puedo percibir con total nitidez. Por eso no salgo de mi asombro cuando escucho a politicuchos de partidos varios sirviéndose de las elecciones griegas para sacar provecho propio y periodstas que no tienen ni pajolera idea de este país haciendo halagos o críticas (según convenga) al nuevo gobierno. 

26 enero 2015

El día después

Anoche Grecia hizo historia. Como dijo el recién nombrado presidente Tsipras, "Grecia pasa página". Una página de cinco años de salvajes recortes sociales y un empobrecimiento brutal de la población. Ahora queda por ver qué se escribirá en esta nueva página inmaculada que se inauguró anoche con la gran celebración a las puertas del Rectorado de la Universidad de Atenas, uno de los edificios más míticos de la ciudad, entre la Biblioteca Nacional y la Academia de Atenas.
Fuente: mixanitouxronou.gr

25 enero 2015

Esperanza o miedo

Hoy la Cuna de la Democracia vuelve a celebrar elecciones (anticipadas). Las cuartas en 33 meses, lo que grosso modo nos da una media de unos comicios cada 9 meses, como un embarazo. A ver cómo se les da el parto hoy a los griegos, porque estas son cruciales. Cada vez que hay elecciones, no puedo dejar de acordarme de las que llevaron a Papandréu al poder: el pistoletazo de salida de esta interminable carrera de fondo contra la bancarrota. Así que déjenme tirar de recuerdos...