28 febrero 2013

Me pedís que os cuente

No todas las canciones griegas tienen un buzuki de fondo ni se prestan a bailarse encima de las mesas o las sillas de una sala de fiestas. Hoy quiero escuchar una de esas canciones. Aunque fue compuesta hace más de ochenta años, es una de mis favoritas y, como todas las grandes canciones, atemporal e imperecedera. Versionada generación tras generación por hombres y mujeres, enlazo más abajo la versión de Haris Alexiou (quizá la mejor de las voces helenas), pues en sus labios la escuché por primera vez, hace ahora una década.

21 febrero 2013

Colonia con fragatas

LA GRAN HIPOCRESÍA DE LOS "DIRIGENTES" QUE VISITAN GRECIA

Traducción del artículo de Stelios Kouloglou, publicado en el núm. 328 de la revista Lifo (21/2/13). Versión original aquí.

15 febrero 2013

El legado de Lisícrates

Es, sin duda, mi rincón favorito de la ciudad. Primero, por su ubicación, discreta e inesperada, a un paso de los circuitos turísticos más trillados. Y después, porque se encuentra muy cerca de mi casa y es, por tanto, lugar de paso habitual y parte de mi día a día. Se trata del Monumento de Lisícrates, aunque yo suelo referirme a él como el "chirimbolo", a secas, por los motivos obvios. Construido en el año 334 a.C. sobre base cuadrada de piedra porosa y cuerpo cilíndrico de mármol pentélico, con seis columnas de orden corintio, es el único monumento corégico que ha sobrevivido, casi íntegro, a la azarosa y extensa historia de Atenas. Para ser exactos, quedan restos de otro, el monumento de Trasilo, que son esas dos columnas solitarias que destacan a los pies de la muralla sur de la Acrópolis.

11 febrero 2013

Inquilinos efímeros

Es domingo por la mañana temprano y subo las escaleras de la estación de metro de Metaxuryío. Franja a franja se va abriendo sobre mi cabeza el horizonte urbano. Primero un cielo, no del todo raso, pero donde se impone el sol. Después, construcciones de hormigón, taxis amarillos y, al fin, la plaza Karaiskaki, esa que los turistas suelen confundir con Omonia. El trasnoche del sábado hace de esta una jornada, si no de resaca, sí de fatiga. No importa, me digo, merece la pena. Al fin y al cabo, no todos los días se organizan visitas guiadas, y además de balde, al parque que alberga lo poco que queda de la Academia de Platón. Es lo menos que puedo hacer por el filósofo.