25 agosto 2010

Pansélinos (Plenilunio)

Para muchas culturas la Luna llena de agosto es una luna mágica y tal noche como esta, Grecia nos vuelve a brindar una tradición tan impresionante como entrañable: acceso nocturno libre a casi cien sitios arqueológicos de todo el país, para poder admirar estos imponentes testigos de la Historia del Hombre bajo la intensa luz de la Luna llena, acompañada en algunos casos por los acordes en directo de una orquesta sinfónica. 


En esta era de la tecnología en que nos hemos entregado por completo a un nuevo hábitat artificial, muchos de los allí presentes habíamos olvidado la potente luz que irradia la Luna en noches así. Sin lugar a dudas, y a pesar de la asfixiante aglomeración de personas, subir de noche a la Roca Sagrada para admirar el mármol rotundo de sus viejos edificios que a veces se nos antojan cansados bajo este enorme platón de alpaca como única iluminación, es una experiencia privilegiada, única y afortunadamente repetible: el año que viene en una luna como esta. Vayan echando mano del calendario, pues es algo que no se pueden perder.

07 agosto 2010

Grecia es el mar

Este pequeño país, en su esquinita de Europa, con su forma caprichosa que se desparrama sobre el Mediterráneo como si fuera un trapo ajado por el paso de los siglos, esconde un tesoro único e irrepetible: miles de islas y peñascos que salpican el azul y esmeralda del mar como si fueran jirones de tela blanca que se desprenden del Continente...

En esta calita rocosa y minúscula al suroeste de Paros, con el agua hasta los tobillos y las yemas de los dedos del pie acaraciando el tacto aterciopelado de los surcos de arena, sólo se oye el rumor del mar y el romper de las olas contra las rocas. La insistente brisa cicládica me envuelve dulcemente en un velo de fresco lino... Y entonces imagino esta misma escena tres mil años atrás, cuando surcaban estos mares los barcos que transportaban el preciado mármol de la isla que hoy podemos admirar, convertido en obras de arte, en los museos de medio mundo. 

Grecia es el mar, infinito y esférico, que ha sabido conquistar a fuerza de esparcir sus islas como piedras preciosas desgranadas de un rosario o, mejor aún, de un kombolói...