26 enero 2012

En la Atenas de Jaritos

Kostas Jaritos es comisario del Departamento de Homicidios de la Policía griega, cuya Dirección General se encuentra a unos pocos metros del estadio del Panathinaikós, en la céntrica avenida Alexandras. El agente Jaritos es uno de esos cargos intermedios de las fuerzas de seguridad del Estado que no pasan a la historia como héroes y muy probablemente nadie se acuerde de ellos tras su jubilación (anticipada, añadiría, pero tal y como están las cosas, me temo que será que no, por suerte o por desgracia). Para desgracia suya, porque seguramente sienta que ha llegado la hora de trocar lo atascos con el coche patrulla por la tranquilidad de sus diccionarios (rara pasión, la lexicografía, para un policía, sí). Para suerte, la nuestra, pues ello significa que podremos seguir deleitándonos con sus peripecias, narradas con brillantez y ácido humor por el genial novelista Petros Márkaris.

He de admitir que hasta ahora mis escarceos con la literatura policiaca habían sido breves e infructuosos. El término en sí me evocaba ciudades grises e inmundas, aburridísimos hombres de  gabardinas con olor a humedad y escenarios lejanos y sórdidos que me provocaban una indiferencia infinita. Sin embargo, esto cambió cuando cayó en mis manos la primera novela de la saga del agente Jaritos, titulada Noticias de la Noche. Ya no es solo por su estilo fresco e ingenioso (créanme, un policía aficionado a los diccionarios da mucho juego) ni por el ritmo trepidante con el que se desarrolla la trama, sino también por las pinceladas sutiles pero certeras con que describe una ciudad, la Atenas de medidados de los noventa, que en pocos años parece haber mutado en una nueva especie urbana de difícil clasificación.

Más allá de la trama y el suspense, que no decae en ningún momento, en Noticias de la noche Márkaris arroja luz, sin pretenderlo, sobre la Grecia de la era pre-crediticia, antes de que aquella gigantesca pompa inflada por préstamos y dinero intangible engullera el país entero, provocando en sus habitantes una alucinación de prosperidad, para más tarde reventar, asfixiándolos con las deudas contraídas. En la novela encontramos situaciones hoy inimaginables, como una larga espera de meses hasta conseguir la instalación de la línea telefónica o la inmensa capacidad de ahorro y sacrificio de un agente de policía que debe mantener a su mujer y a su hija, virtud esta que las generaciones venideras dejaron de lado cuando sucumbieron a los deslumbrantes productos bancarios de crédito para permitirse sus caprichos... hasta que todo saltó por los aires. El libro describe, además, una Atenas aún más caótica (¿pero es posible?, ¡y tanto!), con un tráfico aún más congestionado, antes de que se llevaran a cabo las grandes obras de infraestructura con vistas a las Olimpiadas (metro, tranvía, autopistas...) que aún siguen pagando los griegos. En definitiva, una Atenas más pobre que la de ayer, pero quizá no más que la de mañana.

Las novelas de Márkaris, traducidas a catorce idiomas, se publican en español por Tusquets Editores. Más información sobre "Noticias de la Noche" en la web del editor.

18 enero 2012

Cuando la historia se repite

Gélida noche de lunes. Contra todo pronóstico, el aforo de la sala número diez de los multicines StarCity, en la avenida Syngroú, está casi completo. El precio de una entrada de cine en Atenas ronda los nueve euros, así que este ha sido uno de los extras que el ciudadano medio ha optado por cortar casi de raíz. No obstante, hoy la sala rezuma vida gracias a las palomitas, los refrescos y el murmullo de los cientos de espectadores que se acomodan para ver cómo la mítica Meryl Streep se metamorfosea en Margaret Thatcher. 

09 enero 2012

Los placeres del regreso

Comentaba hace algún tiempo un amigo que la inmigración, ya sea por gusto o por necesidad, habría de hacerse siempre con el objetivo de mejorar las condiciones de que se disfruta en el propio país. Debo reconocer que estoy de acuerdo con esta afirmación sólo en parte, o con algunas cautelas, pues lo de las "condiciones" o la "calidad de vida" es tan relativo y poco objetivable que a menudo no se corresponde lo comúnmente entendido con el juicio libre de cada cual. Un par de posts atrás ya hice alusión a las dificultades que entraña la permanencia (libre y disfrutada, además) de un extranjero en la Grecia de la bancarrota, así que no me gustaría repetirme. Sin embargo, ahora que cambiamos de año y hacemos balances de todo tipo, quiero exponer aquí una serie de inconmensurables placeres que no sólo hacen mi día a día en la cuna de la (in)civilización más llevadero, sino que además lo dotan de sentido. Se trata, pues, de una pequeña muestra de pequeños caprichos cotidianos que he recuperado gracias a la migración a este rinconcito del planeta por el que el alabado Progreso decidió pasar de largo... al menos de momento.