30 junio 2012

Contra la crisis, cultura

Dicen que en las épocas de crisis es cuando surgen los movimientos artísticos e intelectuales más fértiles e interesantes. Por eso no me extrañó en demasía encontrar un agitadísimo panorama artístico a mi vuelta a Atenas, tras una prolongada ausencia. Por lo demás, casi nada ha cambiado: el país sigue a la deriva tras el inesperado resultado de las elecciones (fruto de la campaña del miedo ejercida por doquier), los ánimos más resignados que crispados, algunas tiendas de más cerradas y unas pocas nuevas abiertas... El verano parece ser la única novedad y como cada año trae consigo una ola de festivales y actividades culturales que inundan la ciudad antes del éxodo masivo de julio y agosto.

Este año, sin embargo, me encuentro con que, además del excelente Festival de Atenas y Epidauro, el segundo Festival de Cine de Verano o el tradicional Rockwave de Malakasa, a las afueras de Atenas, ha surgido una enorme oferta de actos y eventos gratuitos de diversa índole, como el bazar del libro que diversas editoriales organizan últimamente, un mercadillo solidario en los jardines del exquisito Mégaro Musikís (Palacio de la Música) o una velada poética al sereno en la céntrica plaza Klafzmonos de la mano de varios poetas del momento.

Dicen que en las épocas de crisis es cuando los espíritus se reencuentran y se unen ante la adversidad y la falta de bienes materiales. No hay mal que por bien no venga, pienso, mientras atravieso el decadente pero vibrante barrio de Exarjia y el reconfortante viento del norte contrarresta el sofoco del asfalto. Mientras tanto, en la vieja Iberia, los gobernantes se apresuran a puentear leyes que supuestamente protegen el bien común para poder albergar un macrocomplejo del consumismo desaforado (juego, drogas, prostitución), so pretexto de que éste es el camino de salida del túnel. Lo dejan a uno sin palabras. Nos queda crisis para rato y, por desgracia, no es sólo económica.



15 junio 2012

Déjà vu, déjà vécu

Los que han seguido regularmente este blog los últimos meses conocían de sobra mi profecía sobre rescates y bancarrotas, cada vez que la estupidez y la soberbia de amplios sectores de la prensa, la clase política y la opinión pública extranjeras en general (y las españolas, en particular) me sacaban de mis casillas: lo que pasa en Grecia hoy, pasa en España mañana. No se equivoquen, no soy versado ni en economía ni en ciencias políticas ni en estudios europeos; tampoco soy vidente ni me he empapado de historia o teoría de la economía, como tantos otros a quienes de repente les brotan libros sobre la crisis bajo el brazo, como si fueran champiñones. En mi favor solo podría argüir dos hechos: el primero, que conozco el griego moderno y, junto con él y a través de él, buena parte de la historia y la cultura de la Grecia actual (tan distante, por suerte y por desgracia, del anacrónico cliché clásico); el segundo, que he presenciado este pandemónium demencial en primera fila y experimentado sus efectos en carne propia, siendo a la vez espectador y figurante de esta farsa que, durante dos años ya, se hace llamar rescate.