23 mayo 2012

La plaza de la discordia

Fue en tiempos una plaza circular llena de hermosos parterres y rodeada de bellos edificios neoclásicos. Diseñada a mediadios del siglo XIX, por orden de Otón I, primer rey de Grecia, tomó su nombre actual precisamente tras su abdicación, cuando las diferentes fuerzas políticas decidieron unir sus fuerzas: platía Omonías (plaza de la Concordia).
La plaza Omonia en 1930

Tradicionalmente para los atenienses el centro por antonomasia es Omonia y sólo después de ella existen Syntagma o Monastiraki. Esto se debe a que en las inmendiaciones de esta mítica plaza, hoy afeada por el hormigón, se concentra un elevado número de comercios, instituciones públicas y el bullicioso Mercado Central, en la calle Athinás. También para los turistas Omonia es un punto de referencia, pues en sus inmediaciones se encuentra gran parte de la oferta hotelera de la ciudad.
Vista de la plaza en 1960
Hoy, en cambio, todo esto está cambiando y Omonia se ha convertido en un mero lugar de paso, un importante nudo de carreteras y un enorme intercambiador de transporte urbano. De noche, además, es un punto negro en el plano de la ciudad. Cuando las tiendas echan el cierre, el trasiego incensante de personas camino del trabajo, la facultad u otros menesteres varios deja paso a un tenebroso desfile de sombras donde drogas, prostitución y delincuencia campan a sus anchas. Omonia se ha convertido en la cara del dolor, la exclusión y la miseria, del fracaso del Sistema y la vertiginosa caída libre de este país desde el chute de euforia y orgullo patrio que supusieron las Olimpiadas de 2004 hasta la humillación y el escarnio nacional de mano de sus propios dirigentes y de la Troika.

La plaza en la actualidad
En los últimos meses, por obra y gracia de las elecciones generales (que se repetirán el 17 de junio), las Autoridades han intentado darle un lavado de cara. Esperemos que no se trate de una mera medida efectista que a medio plazo se revelará como inútil, aunque tiene visos, y que la rehabilitación del centro de la Atenas contemporánea comience por lo que durante décadas fue su corazón, bullicioso e infatigable.
Esta impopular estructura decora hoy la plaza


10 mayo 2012

Algo huele a podrido en Atenas

Si nos dejáramos la nevera de casa llena de comida y nos ausentáramos durante unos meses el resultado, a la vuelta, no podría ser otro que la podredumbre de frutas y verduras, la putrefacción del pescado otrora fresco, ahora mohoso, y la descomposición de aquella pechuga de pollo que palidece infestada de toxinas. En nuestra ausencia, ya fuera por placer o por necesidad, los hongos y las bacterias aprovecharon la ocasión para expandirse, reproducirse y perpetuarse a costa de la materia prima que almacenábamos en nuestra nevera, donde la atmósferaes ahora irrespirable. Algo parecido ha sucedido en la clase media urbana de Grecia, en general, y en particular, en el centro de Atenas. Mucho ha llovido desde la celebración de las Olimpiadas de 2004, en que la ciudad se engalanó y se modernizó para convertirse en el centro del mundo durante unas semanas.