28 febrero 2013

Me pedís que os cuente

No todas las canciones griegas tienen un buzuki de fondo ni se prestan a bailarse encima de las mesas o las sillas de una sala de fiestas. Hoy quiero escuchar una de esas canciones. Aunque fue compuesta hace más de ochenta años, es una de mis favoritas y, como todas las grandes canciones, atemporal e imperecedera. Versionada generación tras generación por hombres y mujeres, enlazo más abajo la versión de Haris Alexiou (quizá la mejor de las voces helenas), pues en sus labios la escuché por primera vez, hace ahora una década.

Ya el título, Zitate na sas po ("Pedís que os cuente"), quiere desenterrar una vieja historia oculta, con la dosis justa de dolor y nostalgia que hacen de una simple canción una obra de arte. Ya entonces me transmitía algo profundo e inexplicable, sin entender del todo la letra (eran otros tiempos, no se accedía a las letras de las canciones con la facilidad de ahora, mucho menos en una lengua minoritaria como el griego). Hace unos meses, por azar, conocí la historia que se esconde detrás de la canción. Y terminó de conquistarme.

Atenas, 1930. La capital griega es todavía, y a pesar de la masiva llegada de refugiados tras el Desastre de Asia Menor, una ciudad relativamente pequeña y, aunque hoy cueste creerlo, de las más elegantes de Europa. Las noches de verano la buena sociedad ateniense alterna en la Mandra de Attik, una especie de café cantante, donde cada noche actúan artistas, cantantes y músicos, dirigidos por Kleon Triantafyllou, más conocido como Attik. Ateniense de nacimiento, Attik creció en Egipto, donde aprendió música, y después vivó en París, donde participó en varias giras con diferentes compañías de teatro. A su vuelta a Atenas, funda la famosa Mandra, una compañía de artes escénicas (actores, cantantes, mimos...), muy sofisticada para la época, a la moda de París, pero con aire oriental, como la misma Atenas.


La leyenda cuenta que una noche se presentó en el local la actriz Marika Filippidou, ex mujer de Attik, con su nuevo marido, Stamatis Merkouris (padre de la célebre actriz Melina Merkouri). Desde el público empezaron a oírse gritos maliciosos que pedían a Attik que cantara "He visto ojos", uno de sus primeros éxitos, pues todo el mundo sabía a qué ojos se refería la canción: a los de Marika, fuente de inspiración de muchas de las canciones de Attik, hombre alegre, vividor y mujeriego. Entonces este, apenado, se retiró a su camerino y volvió al cabo de diez minutos con una pieza recién compuesta (conocidas eran sus dotes para la improvisación). Se sentó al piano y entonó la siguiente melodía:


Me pedís que cante
mi primera melodía,
mis obsesiones pasadas,
que os cante He visto ojos...
Μe hacéis el alma pedazos.

En una vieja herida
que aún sangra
no retorzáis la navaja,
pues todos sabéis
el dolor que me causa.

Es muy duro
que te pidan que cantes
una vieja melodía
que intentas olvidar.

En vuestra celebración
no sería correcto
que en vez de otra copa
bebiera yo veneno
cantando esta canción.

Reís con ironía
y comentáis en voz baja,
quizá con cierto menosprecio:
"Si han pasado tantos años,
qué haces llorando eternamente...
¿Por qué te lo tomas así?
¿Acaso no hemos visto nosotros
hermosura en esta vida?
¿No nos dio la Naturaleza
un corazón con el que amar?"

¡Ah...! No todos los corazones
están hechos de la misma manera,
ni tampoco está la hermosura
repartida con justicia en este mundo...

Y aquí, en vuestra compañía,
 sorbo a sorbo,
olvido una belleza
que llenó de anhelo
mi vieja cancioncilla...

Attik se suicidó años más tarde, en 1944, en una Atenas devastada y ocupada por los nazis. Quizá fueron las tinieblas de la guerra, quizá el peso de la vejez y el desamor...Tenía 59 años.

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