Podría ser el equivalente griego al mardi gras francés o al pancake Tuesday anglosajón, con la diferencia de que aquí no se trata del martes de carnaval, víspera de la cuaresma, sino del jueves inmediatamente anterior al comienzo de este. Y la segunda diferencia es que aquí, en vez de tortitas, crepes o gofres, lo que se lleva es la carnaza, a la parrilla, mejor que mejor, que esto es Grecia, señores. Hoy es el Tsiknopempti, jueves de carne y churrasco.
Cuando supe por primera vez de la existencia de esta apetitosa tradición reconozco que me dio la risa... ¡Como si necesitaran los griegos una excusa para ponerse hasta las trancas de chuletas, pinchitos, kebabs, gyros...! Contrariamente a lo que pudiera pensarse (teniendo en cuenta la enorme extensión insular del país), los griegos son unos carnívoros empedernidos, dejando, por lo general, el pescado y el marisco para las tabernas a pie de playa o las regiones costeras. En el día a día del griego, por lo menos del ateniense, la carne en todas sus presentaciones posibles es la reina indiscutible de la mesa (no hay más que ver la cantidad de suvlatsídikos que salpican la ciudad).
Pero las tradiciones son las tradiciones y deben ser respetadas. De hecho, esa es una de las cosas que más me gustan de este país, que sigue manteniendo vivas sus costumbres y, con ellas, su esencia. (Esto explica por qué, con el tiempo, encuentro España cada vez más sosa, más destemplada). Esta noche mesones y tabernas de todos los barrios de Grecia pondrán toda la carne en el asador y, si la lluvia con la que ha amanecido no lo impide, sacarán sus parrillas a la calle y ofrecerán a los transeúntes un bocado, las chimeneas expulsarán al cielo bocanadas y bocanadas de humazo y el olor a churrasco (tsikna) se extenderá por doquier, mientras las pandillas de amigos se sientan a la mesa para entregarse a los placeres de don Carnal, antes de que la doña Cuaresma ortodoxa (nada que ver que con la tibieza de la católica) los ponga en cuarentena.
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