30 enero 2015

Empezar con buen pie

Me da la risa floja cada vez que oigo a un político o un periodista español hablando de las elecciones de Grecia. Llevo años escribiendo en este blog (aunque en los últimos tiempos lo tenga algo abandonado, muy a mi pesar) y los posts dedicados a temas de actualidad política no han sido pocos. Por suerte o por desgracia, la vida me trajo a Atenas poco antes de que "estallara" la crisis, así que es inevitable hablar de política. Aun así, cada vez que lo hago me pienso muy mucho lo que escribo. Primero, porque, sin ser apolítico (ni mucho menos), considero que me falta bagaje en este tema; pero sobre todo porque, a pesar de conocer la lengua y la cultura del país, no dejo de ser un outsider, y hay muchas cosas que simplemente no puedo percibir con total nitidez. Por eso no salgo de mi asombro cuando escucho a politicuchos de partidos varios sirviéndose de las elecciones griegas para sacar provecho propio y periodstas que no tienen ni pajolera idea de este país haciendo halagos o críticas (según convenga) al nuevo gobierno. 


Yo no sé a ustedes, pero a mí el cántico revolucionario "Sýriza, Podemos, ven-ce-re-mos", aunque pegadizo, me da un poco de grima. Y lo digo sin ninguna acritud. Pero esa identificación de ambas formaciones como si fueran lo mismo a mí me pareció desde el principio un poco ingenua y, sobre todo, algo "tramposa". Evidentemente, sus programas políticos (y parte de su ideario) son muy similares. Por lo demás, SYRIZA es un partido (unitario desde hace unos años, hasta entonces una coalición de partidos) con más de veinte años de vida, cuyos componentes son, en su mayoría, dinosaurios políticos, procedentes del KKE (Partido Comunista de Grecia), gente que lleva toda su vida ejerciendo la profesión de político. En otras palabras, algo muy parecido a la casta con la que Podemos quiere acabar. Por otra parte, es cierto que SYRIZA, a diferencia de los partidos mayoritarios, nunca había gobernado, menos en la administración municipal y regional (y esta última en Grecia no tiene apenas peso, en absoluto comparable con nuestro Estado de las autonomías). Lo que sí tienen en común los dos partidos es el factor crisis, que ha originado Podemos y ha hecho crecer a SYRIZA hasta llegar al gobierno. Hasta ahí las similitudes. Lo que haga SYRIZA a partir de ahora no tiene nada que ver con lo que haría Podemos si llegara a gobernar en España.

Cierre de campaña de Syriza (Fuente:publico.es)
Hago este comentario, al hilo de las críticas a que en el nuevo gobierno no haya ninguna ministra. En primer lugar, hay que aclarar que esto no es del todo cierto. La estructura del gobierno consta de trece ministerios, de los que seis son algo así como "megaministerios", que se dividen a su vez en ministerios menores, al frente de los cuales sí que hay más de una mujer, aunque estos cargos no reciben el nombre de "ministro" sino "viceministro" (y que, en la práctica, vienen a ser como nuestros Secretarios de Estado). Es cierto, pues, que no hay ninguna ministra, pero sí hay viceministras que tienen un papel relevante en el gobierno (como muestra, esta foto del traspaso de carteras del Ministerio de Turismo, en que ambas titulares, la entrante y la saliente, son mujeres).

La viceministra de Turismo Élena Kundurá con su antecesora O. Kefaloyani*
En cualquier caso, no podemos mirar la realidad griega a través del prisma de la realidad española, porque (como se ha repetido hasta la saciedad últimamente, y a menudo de forma deshonesta) España no es Grecia. Por desgracia, este país está años luz del resto de Europa en temas de índole social como la igualdad de género, el matrimonio homosexual o política inmigratoria. Anoche le comentaba a mi amigo Andonis (irónicamente, tocayo de Samarás, al que no puede ni ver) la lluvia de críticas a este respecto que se ha lanzado desde la prensa española y se limitó a responder, con cierta indiferencia, que ni siquiera sabía que existiera una ley de igualdad. Y después cambió de tema. Porque, nos guste o no, esto a los griegos no les interesa. No les quema. Y punto. Aunque nosotros, en nuestro contexto ibérico, pongamos el grito en el cielo. Tampoco he visto referencia a esto en los grandes rotativos europeos (algunos de los cuales no escatiman en críticas al nuevo gobierno); lo cual refuerza mi impresión de que este es un tema que nos preocupa especialmente en España, y para muestra la declaración de Pedro Sánchez y la falacia de una diputada del Partido Popular, de cuyo nombre no quiero acordarme, que pretende convencernos de que en verdad el feminismo es de derechas.

Sin embargo, hay un detalle muy importante por el que la prensa patria ha pasado de puntillas (por desconocimiento, supongo), que dice mucho más del carácter modernizador de este gobierno: Alexis Tsipras se ha convertido en el primer y único Primer Ministro que no ha jurado el cargo sobre la Biblia, sino que ha prometido sobre la Constitución. En Grecia la Ortodoxia es algo más que una religión; es uno de los pilares fundamentales en los que se basa la identidad nacional. Hasta hace poco ser griego y ser ortodoxo eran sinónimos. Y cuando digo poco, quiero decir que yo lo he vivido. Recuerdo que uno de los veranos que pasé en Tesalónica cuando era estudiante alguien me contaba que en los nuevos carnés de identidad habían eliminado el epígrafe Religión, siguiendo órdenes de Europa. Desde el Patriarcado Griego se movió una campaña de protesta, reproducida en todos los púlpitos del país, contra esta "acción de Satanás". Incluso se había llevado una recogida de firmas. Esto, que puede parece extravagante, tiene su explicación en un estado con apenas doscientos años de vida, cuyas fronteras actuales quedan fijadas hace ahora setenta (al término de la II Guerra Mundial) y situado en una de las regiones más complejas e inestables de Europa, los Balcanes. Es más, en Grecia no existe separación entre Iglesia y Estado: cada septiembre los colegios inician el curso con el acto de bendición, en que un pope rocía niños y pupitres con agua bendita. Algo inconcebible ya en España.
Tsipras jura el cargo de Primer Ministro (sin sotanas de por medio)*
Esto ha sido lo realmente provocador para los griegos, la ausencia de arzobispos en la jura del cargo, y no la ausencia de mujeres en el gobierno. Los socios de Tsipras (los Griegos Independientes, cuya etiqueta "nacionalistas de derechas" también es algo simplista, pero necesitaría otro post para su aclaración) han sido los primeros a los que no ha gustado este acto. Tampoco a los de Nueva Democracia, que declararon públicamente "mal empezamos". Por cierto que el ex primer ministro Samarás se negó a realizar el traspaso de poderes a Tsipras, algo que tampoco había ocurrido en la historia griega, y que nos dice claramente que este señor tiene muy mal perder (y muy poca clase).

Samarás jura el cargo de Primer Ministro (Junio de 2012)*
Resumiendo: a mí también me ha chocado que no haya ninguna ministra (pero tampoco mucho, pues en los gobiernos griegos suele haber bien pocas), pero si me pongo las gafas griegas y no las españolas, creo que Tsipras ha empezado con muy buen pie: cambiando la Biblia por la Consitución, con lo que ello simboliza. La separación Iglesia-Estado (que no veo nada fácil) en este país será el primer paso para que, dentro de unos años, las mujeres estén justamente representadas en sus instituciones. Sigá-sigá, como dicen aquí. Poquito a poco.

* Fuente de las fotos: lifo.gr

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