04 julio 2015

Ni contigo ni sin ti


Llevo toda la semana pensando que debo escribir un post. Como cada vez que Grecia vive un capítulo importante. Sin embargo, no terminaba de atreverme porque en mi cabeza reina un pandemónium (palabra griega, por cierto) y realmente no sé qué decir. Finalmente, dado que en la última entrada (allá por el frío enero) hablé sobre el neonato gobierno Tsipras y estos días parece que se estuviera preparando para su funeral, me he atrevido a hacerlo.


Yo no soy griego oficialmente (me considero griego de [ad]opción), así que afortunadamente me libro del dolor de cabeza de tener que tomar una postura en el referéndum de mañana. Aun si pudiera votar, no sabría qué. Ambas opciones tienen sus luces y sus sombras, y mucho me temo que, pase lo que pase, el resultado solo traerá más miseria y penuria a esta tierra. Como no tengo voto, he decidido desistir también de tener voz, y me dedico desde hace una semana a oír y callar, observar, leer y escuchar a amigos, conocidos, la prensa local e internacional, las redes sociales... Y con todo ello amalgamado en mi cerebro, hoy siento que debo escribir algo, por mi amor a esta tierra, mi segunda patria, que es tan profundo que no se demuestra con banderolas ni algarabías en manifestaciones callejeras.

No me gusta el 'Sí'. No me gusta porque quienes lo apoyan son, en su mayoría, personas (ya sean personajes públicos o no) del espectro más conservador de la sociedad, del más opulento del sistema económico, del más afecto al poder político y económico, ya sean los partidos que tejieron el Estado griego hoy en proceso de putrefacción (Pasok y Nueva Democracia) o la Europa de la austeridad (no diré 'austericida', que sensu strictu significa justo lo contrario), la de Merkel y los omnipotentes Mercados, la de esta Unión Europea que está resultando ser muy distinta a lo que nos prometieron. 

No me gusta el 'Sí', porque es bajar la cabeza como esperando el tiro de gracia, tras cinco años de políticas infames que han destrozado el Estado del bienestar y minado la dignidad de los griegos. El triunfo del 'Sí' lo será también de las políticas neoliberales y de austeridad que campan a sus anchas por Europa, y también de nuestro pésimo gobierno nacionalcatólico. Si el triunfo de Tsipras en enero supuso un rayo de esperanza en el cada vez más tenebroso firmamento europeo, su caída será un varapalo para todos aquellos que sueñan, que soñamos, con otra Europa más social, más justa, más plural, más libre...

Pero tampoco me gusta el 'No'. Y no me gusta, de entrada, porque no se sabe realmente a qué se refiere. En teoría (y así consta en la papeleta del referéndum), es a la propuesta del Eurogrupo del 25 de junio. Propuesta que ya no está sobre la mesa (pues ellos mismos se apresuraron a retirarla airadamente al conocer la convocatoria del referéndum), con lo que en verdad, pensándolo bien, no tiene ya mucho sentido. Entiendo, todos lo entendemos (menos aquellos a los que no conviene) que se trata de un 'No' a las políticas de austeridad, un 'No' a los sucesivos memorándums que se han ido aprobando desde 2010 sin tener en cuenta al pueblo griego, un 'basta ya' a las injerencias externas en los asuntos patrios y el desprecio y escarnio por parte de la UE, con Alemania a la cabeza (como no podría ser de otra manera).

Sin embargo, nadie sabe qué esconde en verdad ese 'No'. ¿Dará mayor legitimidad al gobierno griego para renegociar con los acreedores? ¿Será interpretado como un 'adiós, Europa'? ¿O quizá una osadía intolerable por parte del pueblo griego, que será machacado sin piedad por el establishment (sean quienes sean) para ejemplarizar al resto de europeos (empezando por los españolitos, que votamos este otoño)? ¿Tiene el gobierno de Tsipras un plan B para el día después del referéndum? Quiero creer que sí, pero al parecer no está tan claro el asunto... 

De todo esto, lo que menos me gusta es la división palpable en la sociedad griega. Cada día que pasa, más. El corralito impuesto desde el lunes no ayuda a templar los ánimos, como tampoco ayudan los medios de comunicación, en especial las televisiones, que se lanzan en plancha a favor del 'Sí'. La campaña del miedo, otra vez. Cientos de personalidades públicas del país han firmado sendos manifiestos, a favor del 'Sí' y del 'No'. Curiosamente, entre los primeros hay mayoritariamente intelectuales, escritores, economistas, profesores universitarios..., mientras que a favor del 'No' se posicionan artistas, actores, directores... No deja de ser representativo de las emociones implicadas en este voto histórico: la mente dice 'Sí', el corazón dice 'No'.

En suma, la triste realidad es una: Grecia es un país minúsculo, podría decirse que insignificante ante la envergadura del Gigante (¿ogro?) europeo, que debe muchísimo más de lo que podrá producir jamás. Si se declarara en quiebra y saliera del euro, pasaría grandes calamidades a corto plazo, pero (según dicen los que saben) a largo plazo le iría mejor... En cualquier caso, en esta economía globalizada, un país pequeñísimo, arruinado y con una moneda debilitada, no podría valerse por sí solo y necesitaría nuevos acreedores... La cuestión es: ¿cuáles serían esos nuevos "socios" (acreedores/señores) de Grecia? Todas las papeletas las tienen Rusia y China (de hecho, Tsipras ya ha coqueteado abiertamente con la primera). Está claro que esta no es la Europa que queremos, pero ¿qué sería peor, un demonio alemán o un demonio ruso?

Todos estos interrogantes y muchos más me pasan por la cabeza como una lluvia de estrellas desde hace una semana y no amaina la tempestad... Esta tarde se me venía a la cabeza aquella coplilla que dice "ni contigo ni sin ti / tienen mis males remedio...". Pase lo que pase mañana, espero que los grandes extorsionadores (y aquí me temo que están todos, desde Varufucker hasta los abyectos "socios" europeos) den un respiro al pueblo y se sienten a trabajar de verdad, por el bien de Europa, que es el bien de sus gentes.



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