06 agosto 2015

Al pequeño viento del norte...


Seis de la mañana. El meltemi sopla en el patio, golpeando todo lo que encuentra a su paso. Se adentra en el dormitorio y me envuelve en una caricia fresca y firme, casi violenta. Y en este precoz despertar, me viene la melodía que Theodorakis puso a los versos Elitis...


Al pequeño viento del norte le pedí que fuera un buen chico,
que no me diera portazos ni golpes en la ventana,
pues en esta casa velo a mi amor que se muere,
y le miro a los ojos y apenas respira.

¡Adiós, huertos; adiós, arroyos!
¡Adiós, besos y adiós, abrazos!
Adiós a los cabos y a los rubios arenales,
adiós a los juramentos eternos.

Me inundan los lamentos, pues en este mundo
los veranos perdí y caí en el invierno.
Como el barco que iza sus velas y se hace a la mar
veo desaparecer la tierra y contraerse el mundo.
ODISEAS ELITIS

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