13 diciembre 2012

La galería del silencio

Galería Arsakíu desde el acceso de la calle Stadiou
Imprenta soviética
Hacía tiempo que quería hablar de las stoés de Atenas, los pasajes o galerías comerciales que abundan en el centro de la ciudad. Aunque no tienen el glamur y la elegancia de las italianas o las parisinas, los pasajes de Atenas son una forma original de conocer mejor la ciudad, para aquellos que no se conforman con el paquete turístico. Hoy quiero hablar de la más majestuosa de todas: la Galería del Libro (Stoá tu Vivlíu) y la Galería Arsakíu, que son, en realidad, dos galerías en una.

La más grande de ellas, la Galería Arsakíu, construida en 1900, fue diseñada por Ernst Ziller, el célebre arquitecto sajón al que Atenas debe varios de sus edificos más emblemáticos, como el Teatro Nacional o el Palacio Presidencial. De planta cruciforme, esta galería fue siempre mi favorita, por varios motivos: la luz natural que, tamizada por su tejado de vidrio, inunda los corredores; la vieja imprenta soviética expuesta en el crucero de la galería, bajo la cúpula; una cuidada librería especializada en viajes y las mesas del café Orfeas que desde 1926 colonizan parte del crucero. Sin embargo, últimamente evito pasar por ella, pues es una herida abierta y supurante de la crisis: las vitrinas relucientes y llenas de color han dado paso a escaparates encadenados que muestran la desnudez de sus entrañas polvorientas. Apenas sobreviven un puñado de negocios y los corredores de la galería son hoy más largos y silenciosos que nunca, sin las mesas del regio café para dotarlos de vida.


La Galería del Libro, propiamente dicha, unida a uno de los extremos del transepto, es otra historia. Y no saben cuánto me alivia. Fundada en 1996 como un punto de encuentro cultural, es la sede de la Universidad Libre (Eléfzero Panepistimio), que organiza seminarios trimestrales sobre diversas materias. Sus locales albergan exclusivamente puntos de distribución y venta de una veintena de editoriales griegas. Es una mañana fría de invierno y mis pasos sin rumbo me han traído aquí. Accedo por la entrada exterior, que da a la calle Pesmazoglou, y me topo de bruces con el mítico Teatro del Arte (Zéatro Tejnis), la vanguardista escuela de artes escénicas que acaba de cumplir 70 años. Me adentro en la galería, que, ¡oh, sorpresa!, rezuma vida. Casi todas las mesas de la cafetería Gramma (oportunísimo nombre, pues significa "Letra") están ocupadas, las librerías, a diferencia de los locales de la galería anexa, están todas en pleno funcionamiento (sólo hay un local vacío). Me doy un paseo por la galería y observo lo que sucede a mi alrededor: en la taquilla del teatro una estudiante adquiere entradas para la función de la noche, un grupo de jóvenes universitarios acarrea una montaña de tochos recién comprados (consigo leer el título de uno de ellos: Teoría de Sistemas), dos hombres restallan las cuerdas de sendos baglamás en una mesa del café, un anciano trajeado lee el periódico... Un refugio acogedor contra el frío del invierno, una sordina al incesante ruido del tráfico en pleno centro de la ciudad, un remanso de ocio y despreocupación donde no tiene cabida la martilleante crisis. Me pregunto cuánto más aguantará. 
(i) Entrada a la Galería del Libro desde el interior de la Galería Arsakíu (d) Entrada del Teatro del Arte (Zéatro Tejnis)

 

El mítico café Orfeas

Interior del café Orfeas

Fachada de la Galería Arsakíu en Panepistimiou

Intersección de las calles Arsaki y Stadiou

Vista aérea desde el NE (Fuente: Bing Maps)

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