10 diciembre 2012

Esto no es una crisis...

Otro post sobre la crisis. Qué se le va a hacer. Lo da la tierra, la española y la griega, por igual. Hace unas horas he sabido que Iberia cancela varias rutas a partir de enero de 2013. Una de ellas, la de Madrid-Atenas. La noticia es, sin duda, mala. No deja de ser paradójico que Grecia y España, dos países tan parecidos, aunque lo ignoren, dos primas hermanas que apenas se conocen por la barrera lingüística y porque se puso la vanidosa Italia de por medio, vayan a estar aún más lejos la una de la otra en un momento en que sus historias parecen (una vez más, no es la primera) converger en la desgracia. Reconozco que no soy fan de Iberia, más bien al contrario. Esta inquina arrecia estas semanas en que no sé si llegaré a tiempo a la mesa de Nochebuena, por las cinco jornadas de huelga consecutivas (hay una sexta, pero descolgada) que nos regala en nuevo intento de añadir al reencuentro familiar más emoción que el anuncio del turrón. He estado haciendo cálculos: en los últimos 15 meses he realizado 6 viajes (ida y vuelta) a España. De estos, tres los hice con Iberia. De los seis trayectos que componen esos tres viajes de ida y vuelta, Iberia canceló la mitad: dos por huelga y uno por causas sin justificar. Como comprenderán, volar esta Navidad con ellos no era mi primera opción (nunca lo es), pero era la única que se adaptaba a mis circunstancias. En cualquier caso, ahora ya todo eso da igual. De mi experiencia de la crisis griega he aprendido que ya no se pueden hacer planes con meses de antelación. Por lo que parece, esto empieza a ser así también en España.

Que nadie me malinterprete. No pongo en tela de jucio el derecho a huelga de nadie, pero en estos últimos tres años me he tragado más huelgas en Atenas que un español medio en toda su vida y he llegado a la conclusión de que en los tiempos que corren, las huelgas sirven de poco (por no decir de nada). Esto no es una crisis; es algo más, y sea lo que sea, parece que es inmune a las huelgas. Una crisis es algo que se espera (al menos, los entendidos en la materia aseguran verlas venir), es un capítulo más del cíclico devenir de la economía. Llega una época de recesión, se reajusta lo que se tenga que reajustar y después vuelve una etapa de desarrollo, de crecimiento, de expansión. Visto lo que están haciendo con Grecia (y lo que augura el panorama para otros países), lo que seguirá a esto no será una etapa de crecimiento, sino de reconstrucción, como la que sigue a una guerra. Este es ya un estado en ruinas (recalco lo de estado, porque una cosa es el estado y otra el país), saqueado en nombre del capitalismo.

El Rescate 2 (aprobado en febrero de 2012, ahora vamos por el 3, recién salido del horno) trajo consigo la supresión de los convenios de cada sector y la creación de un nuevo salario mínimo. Las consecuencias de aquella votación son visibles hoy: un empleado recién contratado en una tienda podrá cobrar 490€ a jornada completa. Uno a media jornada, tan solo 280€ (80 menos que la prestación por desempleo). Sueldos de pobreza. No son pocas las multinacionales que se han sumado al carro, mientras que las medianas y pequeñas empresas, para las que sus empleados son algo más que un número, intentan mantener unos sueldos más decentes. Es decir, las grandes empresas se están enriqueciendo aún más y es el pequeño empresario el que intenta mantenerse a flote sin tener que arrojar a nadie por la borda. Y estamos hablando del sector privado, de algunas de las multinacionales con ropa de marca carísima (me muerdo la lengua por no dar nombres) que, no creo que tengan mucho que ver con la deuda pública del Estado griego, pues, después de todo, estamos en una economía de libre mercado y bla, bla, bla... ¿no es eso lo que nos habían dicho? De repente, todas las empresas tienen graves problemas económicos, incluso mastodontes como Iberia. Hasta los trabajadores de IKEA en Atenas se pusieron en huelga, porque la empresa ha anunciado recortes en los sueldos. Me cuesta creer que la aerolínea no es rentable (¡a los precios que vuela!) como para tener que despedir a un cuarto de su plantilla, que se dice pronto. Lo único seguro es que su fusión con British Airways ha terminado como el apareamiento de la mantis religiosa. Del mismo modo, no creo que IKEA Hellas le suponga pérdidas a la compañía sueca. El problema es que, según el credo capitalista, el accionista tiene que aumentar sus ganancias sí o sí, con crisis o sin ella. Y si para eso hay que rebajar el sueldo de los trabajadores a la mitad, se rebaja y punto. Por cierto, un diputado griego cobra, si he entendido bien, alrededor de 8.000€ mensuales.

Pero esto no es solo la deuda griega. Pasemos a España, cuyo sistema sanitario y educativo (ahora parece que también de pensiones) se tambalea porque los dirigentes nos han pasado la factura de sus orgías con los bancos arruinados. Pero qué más da; al fin y al cabo, ellos pertencen al grupo de los poderosos. ¿Cuántos hijos de altos mandatarios van a colegios públicos? ¿Y cuántos políticos acuden a la Seguridad Social (pero de verdad, no para hacer una mininoticia en su tele autonómica y sacarle rédito electoral)? Lo que quiero decir con esto es que a los poderosos (defínanlos ustedes al gusto) no les importa lo más mínimo nada de esto, puesto que no les afecta: ellos, con o sin crisis, seguirán estando muy bien avenidos, tendrán sus recursos, mantendrán sus contactos y, sobre todo, una buena reserva económica para empezar de cero, en otro país si es preciso. El pez grande se come al chico. Alemania se come a Grecia. La clase dirigente se come a la clase media. British se come a Iberia y el directivo, al trabajador. Esto no es una crisis. Es un sálvese quien pueda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario