16 octubre 2012

En el nombre del Padre, del Hijo y de la Aurora Dorada

"¿Libertad o muerte?" Portada de la revista Lifo (18/12/12)
Llevaba varios días bloqueado. No porque no tuviera nada que contar, sino todo lo contrario: hay tanta tela que cortar y toda tan tupida que no daba ni con el patrón ni con las tijeras adecuadas. Finalmente, he logrado gestionar el caudal de pensamientos y emociones que me recorría por dentro y decido centrarme un episodio negro, que no ha sido tratado por la prensa española y creo tener el deber moral de compartirlo.

Así que vayamos al grano. Existe una obra teatral titulada Corpus Christi, escrita en 1997 por el dramaturgo estadounidense Terrence McNally, que, al parecer (no la he visto), presenta a Jesucristo y a sus apóstoles como un grupo de homosexuales en la Texas de los años cincuenta. Toda una provocación, pues es sabido la obsesión por el tema que profesa la conservaduría cristiana (ortodoxos y católicos a la cabeza). Y si al fuerte vínculo conyugal Iglesia-Estado que todavía existe en este país se le suma que el director es un joven griego de madre albanesa, la polémica está más que servida y el jueves pasado, día del estreno y tal como se esperaba, los comensales se presentaron dispuestos a zampársela: fanáticos ortodoxos (con lo de fanáticos me quedo corto, la mayoría de ellos parecía que habían conseguido un permiso de día del psiquiátrico de Dafní), unos cuantos curas siniestros (aunque a la mayoría de curas de aquí no les hace falta mucho para dar miedo con esas pintas que se gastan) y la chusma neonazi que se sienta hoy en el Parlamento (bajo el nombre de Aurora Dorada). También había gente que acudió a ofrecer su apoyo a los actores y en defensa de la libertad de expresión, entre ellos algunos diputados de izquierda. Los cristianísimos insultaron a actores, espectadores y viandantes, arrancaron y pisotearon los carteles de la obra, intentaron derribar las puertas del teatro, donde quedaron sitiados los miembros de la compañía y varios periodistas. Los antidisturbios habían cortado la calle y... poco más, la verdad; parece mentira que fueran los mismos que gasean y empujan al personal en las manifestaciones contra el gobierno y la Troika...



A la turba enloquecida arengaba, entre otros, uno de los diputados de Aurora Dorada, un matón del inframundo, afecto de un movimiento marginal hasta hace unos meses (probablemente para dar sentido a su abyecta existencia, como suele pasar en estos casos), reconvertido de pronto en representante del pueblo en la asamblea nacional. Basta con verle uno la cara para darse cuenta de que hubo una confusión en el reparto de papeles y a este hombre le pegaría más custodiar la entrada de algún antro de los bajos fondos que ocupar un escaño de un parlamento democrático. Otro que tal baila, el que en junio abofeteó en riguroso directo a una diputada comunista en un plató de televisión, hizo la siguiente declaración a los medios: "Cada vez que se hiera el sentimiento religioso de los griegos y su memoria histórica, Aurora Dorada intervendrá de forma activa". Ahí lo llevas. De día partido político con representación parlamentaria, de noche banda de corte mafioso-criminal que imparte justicia por sus propios métodos. ¿Que consideran que tal o cual obra, exposición, libro o película atenta contra lo que ellos entienden por "valores de la nación helénica"? Pues se plantan donde haga falta dispuestos a lo que haga falta: ya sea derribar las puertas de un teatro o partir una docena de cráneos.


El estreno se suspendió, obviamente, aunque la función llegó a representarse al día siguiente. Los fanáticos eran menos, los que acudieron a apoyar a la compañía (y la democracia, en general) bastante más y, sobre todo, la mucha policía presente, esta vez sí, estuvo más por la labor y escoltó a actores y espectadores a las puertas del teatro (me pregunto por qué no pudo hacer lo mismo el día anterior). Pero no canten victoria tan rápido, pues al cabo de un par de días supe por la prensa que las representaciones se suspendían debido a las amenazas de muerte que habían recibido tanto el director como su familia. Estamos en la Europa del siglo XXI, en la que se es considerada (cruel ironía) la Cuna de la Civilización. Con este oscurantismo medieval rampante, lo próximo será ver una quema masiva de libros impíos o antipatrióticos en la plaza Syntagma. Aunque, si finalmente Ray Bradbury tenía razón y "para destrozar una cultura, no hace falta quemar libros, sino hacer que la gente deje de leerlos", quizá no haga ni falta. En cualquier caso, bienvenidos al medievo.




1 comentario:

  1. Me parece que es así como lo cuentas. Desafortunadamente! Porque la situación da miedo, de verdad... No sé realmente que será lo proximo que vemos de esta banda de criminales que acuden a "salvarnos" sin que nadie se les haya pedido!

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