13 noviembre 2012

Una ciudad magnetizante

Siempre he dicho que Atenas es una gran ciudad... a su manera. Sé que en muchos aspectos no está a la altura de la mayoría de las capitales europeas. Claro que la mayoría de las capitales europeas tampoco pueden competir con Atenas en historia y simbolismo. Puede que hayan pasado milenios desde que la ciudad aportó su granito de arena (en este caso, toneladas de mármol) a la Humanidad, pero esa potente energía que iluminó a Occidente antes incluso de que el Cristianismo llegara para quedarse sigue presente entre los no pocos vestigios que salpican la metrópoli contemporánea.

Dicen que la Acrópolis, como tantos sitios de veneración ancestral, ya sean obra del hombre o de la naturaleza, forma un campo magnético de tal intensidad que hace que no la sobrevuele ave alguna. Yo, que al principio recelaba de esta teoría, no sólo he terminado por creerla, sino que, además, sospecho que debe de estar imantada; sólo así se explica que en medio de este tsunami siga aquí, orgulloso habitante de esta Atenas que se descompone poco a poco a causa de una crisis absurda y cruel. 

Todo esto se me pasaba por la cabeza mientras volvía a ver este maravilloso vídeo que condensa en cinco minutos un día cualquiera de los habitantes liliputienses de una Atenas diminuta, magnetizada de encanto y magia. La música la pone el genial Gustavo Santaolalla. Que lo disfruten.



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