07 noviembre 2012

A solas con la Historia

Es uno de los edificios más bonitos y mejor situados de la ciudad, en una simpática plazuela ajardinada a apenas doscientos metros de la enorme Syntagma, y, sin embargo, es un gran desconocido para locales y foráneos por igual. Puede que el Museo Nacional de Historia no exhiba objetos del calibre de los del Museo de la Acrópolis o el Arqueológico Nacional, pero en los tiempos que corren no hay sitio mejor que éste para contextualizar la debacle que se está produciendo en este país.

El valor añadido de este modesto museo es el precioso edifico neoclásico que lo alberga: el palacio del Antiguo Parlamento, inaugurado en 1875, obra del arquitecto francés François Boulanger, posteriormente modificado por el griego Panayotis Kalkos. Ésta fue la primera sede permanente del parlamento griego hasta que en 1935 se trasladó a la actual, el antiguo Palacio Real, en la plaza de Syntagma.

Es sábado por la mañana y apenas hay una docena de personas en el edificio, contando al personal del museo, lo que hace que la experiencia sea aún más íntima, pues entre los objetos de todo tipo que se exponen y el visitante no media más que un profundo silencio. 

Gran parte de la historia moderna y contemporánea de Grecia, ésa que el extranjero desconoce casi por completo, está concentrada en este palacete: la era bizantina, los cuatro siglos de ocupación otomana (que los griegos llaman Turkokratía), la Revolución de 1821 y la turbulenta historia del siglo XX, las Guerras Balcánicas, las Guerras Mundiales... Son muchos los retratos de los griegos ilustres de estos últimos dos siglos, la mayoría héroes de la Revolución y mandatarios de primer orden: Otón I, príncipe bávaro que se convertió en primer rey de Grecia; Ioannis Kapodistrias, primer presidente del gobierno asesinado por un anarquista en 1831; Theódoros Kolokotronis (alias "el Viejo de Morea"), quizá el más grande de los héroes nacionales, cuya estatua ecuestre se encuentra a las puertas del museo, o el legendario Eleftherios Venizelos, con diferencia el personaje político más venerado, en cuyo honor se han bautizado calles y plazas en casi todas las ciudades de Grecia, además del nuevo aeropuerto de Atenas, inaugurado en 2001.


El salón de plenos es la estancia central en torno a la cual se disponen el resto de salas del museo. Aunque relativamente pequeña y desprovista de grandes lujos, no pierde un ápice de su solemnidad, añejada por la Historia, gracias a sus lámparas de araña y sus bancadas semicirculares, que durante años ocuparon políticos ilustres que pasaron a la Historia y que poco debieron de parecerse a los que hoy se sientan en el Parlamento de Syntagma, aquellos que tras saquear las arcas del Estado durante décadas, insisten en seguir desgobernando un país que ellos mismos arruinaron.


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