04 agosto 2012

Andíparos o el paraíso en miniatura

Me encanta Andíparos. No puedο decir que haya sido un descubrimiento; ya me dejé caer por aquí hace un par de años. Entonces fue sólo una excursión del día desde la vecina Paros y no me permitió adaptarme y moverme según los ritmos de la isla. Ahora, en cambio, Andíparos era mi destino exclusivo y sólo a ella dediqué mi atención desde el primer momento.
La isla cuenta con una sola población y un par de asentamientos formados por residencias de veraneo. El pueblo es, como no podía ser de otra manera tratándose de las Cícladas, una joya encalada de blanco radiante. Todo está cuidado al detalle: bancos, colegio, Correos, consultorio médico... no hay edificio que desentone. Un idílico pueblecito de juguete a escala natural.

 La esencia de Grecia, que no es otra que la sublimidad de lo sencillo, se encuentra aquí en varias de sus vertientes: en el pulpo a la brasa que horas antes viste salir del cubo, recién llegado del mar, y colgado a secar en el alambre, o el paladeo del queso local (xinomisizra) sin más aliño que un buen chorreón de aceite de oliva o un chapuzón en cueros en las aguas esmeralda del Egeo como divina recompensa a las pedaladas con sabor a salitre y sudor por las cuestas y llanuras de la isla.
El día transcurre lento y perezoso bajo el sempiterno cielo azul, sobre todo en las callejuelas y plazoletas del pueblo... y pasadas las nueve, cita en la playa de Sifneiko para ver el sol caer. Parejas que se besan con pasión --un tanto forzado, un poco cliché-- tras el horizonte rectilíneo. El cielo muda su color, del naranja al melocotón y de éste al ciruela... hasta que de pronto el mar ha oscurecido y el sol absorbe cada vez más rápido los colores que había dispersado en el horizonte, se inyecta de un rojo brillante y, como un globo aerostático, 
                                        pierde su forma, 
                                                                   se aleja
                                                                                  y desaparece.







1 comentario:

  1. Pero qué preciosidad, qué envidia y qué bellas palabras.

    Por cierto, Yorgos y progenitor llegaron al pueblo a las 6 de la mañana, vaciaron el coche y se fueron directamente para Θεσσαλονίκη. Hemos hablado hace un rato y dice que ha dormido cinco horas, pero como su tía le ha dado de comer, está como nuevo.

    Θα πούμε ένα γεια πριν φύγεις; ;D

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