15 julio 2014

Estampas de verano

Otro verano arranca en Atenas, este año demorado por circunstancias que me hacen repartirme entre mis dos patrias, la de nacimiento y la de adopción. Sentado en mi balcón, observo cómo el monte Himeto absorbe lentamente los últimos rayos de sol. Tres meses llevaba sin ver esta estampa tan familiar, y es como si no hubiera faltado un solo día. Y sin darme cuenta, el verano vuelve a imponerse con sus ritos establecidos que se repiten año tras año...


Freddo cappuccino en Kukaki; helados nocturnos frente al (casi inaugurable ya) EMST en Singrú; conciertos-protesta en el centro; suvlaki y cerveceo en la efervescente Exarjia; madrugadas en Plaka; apresurados trasbordos en Syntagma; terraceo a media luz en Petrálona; las noticias veraniegas (este año feat. un cocodrilo en un lago de Creta); reencuentros con amigos que hace un tiempo eran nuevos, ahora ya consagrados; puestas al día, planes y algunas confesiones; cines de verano; las lecturas vacacionales (este año Taktsís y Márkaris); la luna que se asoma tras el Himeto; el olor a queroseno de los barcos atracados en El Pireo; los días de insufrible canícula, pero también las noches en que el viento del norte sopla como una bendición; las noches inconfesables bajo las estrellas de una Atenas que se vacía lentamente para esparcirse por las islas y el mar...


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