08 mayo 2014

Sol, playa... y cemento

El gobierno griego ha considerado oportuno, ahora que se acerca el verano, hacer público su nuevo proyecto de ley de costas, que se ha convertido inmediatamente en trending topic. Y no es para menos, ya que, de aprobarse, las costas de Grecia podrían terminar pareciéndose a sus urbes contemporáneas, donde el hormigón armado y el asfalto son los protagonistas. 


Muy resumidamente, esta nueva ley de costas suprimiría el límite máximo (fijado en 500 m2) de uso comercial de la playa (chiringuitos, sombrillas, etc.) y la extensión mínima (100 m2) que ésta debe permanecer libre. Asimismo, todas aquellas construcciones levantadas ilegalmente a una distancia de la playa menor de la marcada por la ley anterior podrán ahora legalizarse previo pago al Estado. También se reduce (de 50 a 10 m del agua) la distancia mínima de seguridad que las instalaciones hosteleras debían respetar. Por otra parte, se podrán asfaltar y construir accesos a dichas instalacions sin ningún tipo de limitación por proximidad del mar y los hoteles podrán disponer del litoral que ocupan sus instalaciones, lo que supondría la privatización de la playa.

En pocas palabras, la aprobación de esta nueva ley de costas (instada por la Troika so pretexto de que atraerá inversión y crecimiento) supondrá la violación del litoral griego. Como las comparaciones son odiosas, las redes sociales en Grecia no dejan de evocar el "modelo español". (Interesante este enlace del periódico británico The Guardian sobre la destrucción de nuestras costas. Aviso: dan ganas de llorar).


Hace unos días tuve la suerte de visitar Formentera. Los que conozcan las islas griegas y la más pequeña de las Baleares coincidirán conmigo en que las similitudes no son pocas. Sin embargo, aun no habiéndola visitado en temporada alta, yo encontré una gran diferencia: la exclusividad. Formentera se ha convertido en una isla de precios desorbitados, hasta rayar el absurdo. No pretendo juzgar esto; al fin y al cabo, es la ley de la oferta y la demanda, y por suerte o por desgracia (más bien lo segundo) la mayoría de sus competidores en el mercado nacional (insular y peninsular) no pueden hacerle sombra, asfixiados por el cemento y el hormigón y masificados en temporada alta como cualquier metrópoli contemporánea. Es, pues, normal, que quien quiera disfrutar de aguas cristalinas y horizontes de dunas y árboles desde la orilla deba pagárselo. Pero lo que en España es un lujo, en Grecia viene a ser la norma (o casi), carece de ese estatus de exclusividad y es, por tanto, muchísimo más asequible.

Paleojora, SO de Creta: edificado, ma non troppo

Sin embargo, si este proyecto de ley sale adelante, los engendros turísticos griegos (que haberlos haylos, como en Rodas, Zákintos o la costa norte de Creta) se multiplicarán, además de forma mucho más agresiva, al amparo de una ley que ampara la corrupción y la prevaricación, haciendo que esos paraísos que hoy abundan  (como Andíparos, Amorgós o Elafónisos) desaparezcan o se conviertan, como Formentera, en piedras preciosas y (sobre)preciadas, al alcance sólo de los bolsillos más potentes.

Pueden apoyar la petición en contra del nuevo proyecto de ley de costas de Grecia en change.org.


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