24 julio 2013

Noches de verano


No hay mejor momento para esta ciudad que una noche de verano. Cuando cae el sol y se levanta el toque de queda, todos los rezagados que aún no han logrado escapar de la urbe se echan a la calle. Atenas puede hervir a pleno sol, pero de noche solo es un hervidero de gente dispuesta a reivindicar parques, plazas, azoteas... Este año, además, el viento del norte sopla incansable, día tras día, noche tras noche... Un verano atípico, delicioso y muy económico. Aún no he encendido el aire acondicionado. Y estamos casi en agosto.

Me preparo, como siempre, deprisa y corriendo, para mi primera visita... Vendrán más, concatenadas unas con otras, así que no me quedará mucho margen para los asuntos burocráticos y profesionales. Dedico, pues, mi domingo a todos esos menesteres, mientras todo el barrio parece haberse ido a la playa. Apenas hay coches aparcados en mi calle... Anochece. Ahora es cuando empieza lo bueno aquí. Las cervecitas en las terrazas de los bares, los clásicos de Hollywood en los pantallones de los cines de verano, los conciertos bajo la Acrópolis, Aristófanes en Epidauro, los baños nocturnos con total alevosía, las charlas sobre lo divino y lo humano hasta las tantas en el balcón...

Todos los años me pasa lo mismo. Cuando se empieza a acercar el verano, intento por todos los medios procurarme la mayor parte de éste fuera de Atenas y cuando ya está aquí, me cuesta despegarme de ella, sobre todo por sus noches infinitas. Pero qué se le va a hacer... El Egeo me llama. ¡Levad anclas!

1 comentario:

  1. Te entiendo...a mi me pasa casi igual cada vez que dejo Atenas cada verano. Χαιρετίσματα!!!

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