Desde niños nos han repetido mil veces aquello de que la vida no es un camino de rosas. No señor, no lo es. Sin embargo, cada año por estas fechas Atenas, esa ciudad asfixiada por el hormigón, cambia el asfalto por los pétalos de las jacarandas y las buganvillas que de pronto se rebelan y pintan de fucsia y malva el fondo grisáceo de la ciudad. Un espectáculo hermoso que solo dura un par de semanas. A mí personalmente nunca dejan de sorprenderme. Cada año las encuentro en los rincones más insospechados... Quienes visiten Atenas estos días, tengan los ojos bien abiertos.
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Detrás de la Catedral |
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