09 diciembre 2010

Mosquitos en diciembre

Por extraño que parezca. Como si la naturaleza quisiera compensar las calamidades de otra índole que está sufriendo este país, el invierno se resiste a entrar en Atenas. Mejor --dice la gente-- así nos ahorramos un pico en petróleo, y lo cierto es que a principios de diciembre no sólo siguen las calefacciones en letargo, sino que el lamento que más se oye en los corrillos se refiere a los picotazos nocturnos de no pocos mosquitos "rezagados". A la espera de que se produzca la esperada y definitiva caída del mercurio, anunciada para este fin de semana (ya veremos), la vida en Atenas bien podría discurrir apacible y perezosa. Nada más lejos de realidad, pues lo que la naturaleza no da, en este caso los atenienses se lo buscan y a los picotazos de estos pequeños chupasangres venidos de África hay que sumar otros tantos.

A la vitoreada elección de nuevo alcalde (tan ansiada para la mayoría de ciudadanos con un mínimo sentido común) le ha seguido la reacción bajuna del que ha sido un alcalde nefasto: el despido de un centenar de empleados del vertedero municipal que a su vez ha provocado una huelga de basureros. A las puertas de Navidad, los engalanados tejados y farolas contrastan con las aceras invadidas por la basura que rebosa de los contenedores. Este es, pues, el regalo que el alcalde saliente hace a su sucesor (que tomará posesión el primero de año) y a todos los habitantes de la ciudad. O quizá decir el último picotazo del mosquito acorralado que intuye su triste final. 

Por si esto fuera poco, llega otro seis de diciembre y no hay quien se salve de otros chupasangre: los que con su violencia desmedida arrebatan la tranquilidad a los habitantes del centro de la ciudad. Paseo por la céntrica avenida Panepistimíu y a las puertas del Rectorado ya están reunidos un nutrido grupo de estudiantes horas antes de que empiece la manifestación. Delante de mí, sorprendo a tres chavales (que no tendrán más de quince años) recogiendo piedras que luego arrojarán a la policía. Es la gran paradoja de este país, que se autodefine revolucionario, aunque su táctica sea tan primitiva y acaso ineficaz como la de la bestia que embiste contra un muro una y otra vez.

En resumidas cuentas: lo que se supone debía ser un acto público de repulsa tan enérgica como pacífica en el segundo aniversario del asesinato infame de un adolescente inocente a manos de una policía esquizofrénica y abusiva se convertiría horas después, de nuevo, en una excusa de los violentos (los denominados antisistema) para destrozar el mobiliario urbano y los locales comerciales que encuentran a su paso. Y al yugo de miles de millones de deuda que llevan al cuello los griegos habrá que sumar el coste de todos estos desperfectos (afortunadamente, una anécdota comparado con lo que aquí se armó dos años atrás) provocados por un grupo de inadaptados alentados por un sector insensato de la población y tolerados por la impotencia de un gobierno incompetente.

2 comentarios:

  1. Sorprendentemente dos días más está nevando en Atenas. Miguel, explícalo.
    Un abrazo

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  2. Cada vez se te da mejor esto de la escritura...Un sobresaliente en tu crónica, Miguelillo. Nos vemos en Navidad. Un abrazo fuerte.

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