27 septiembre 2011

Noche de vigilia

Son las cinco de la mañana y hace un par de horas que estoy en el Aeropuerto de Atenas, trasnochando, junto con otros muchos, muchos viajeros, por obra y gracia  de la enésima huelga de todos los medios de transporte urbano sin excepción. Confieso que mi ira se ha desatado en varias ocasiones estos últimos días precisamente debido a estas repetidas huelgas, que en España calificaríamos de "salvajes" (pues no hay servicios mínimos) y que aquí parecen ser lo más normal del mundo. Claro que el mundo también empieza a estar harto de no poder llevar una vida "normal" (todo lo normal que puede ser una vida aquí, tal y como pinta el panorma económico) por culpa de las incansables huelgas. Todo indica que se va a volver a repetir la situación del invierno pasado y volveremos a padecer lo que aquí llaman una "huelga de duración (indeterminada)".

Contra todo pronóstico, mi estancia se desarrolla agradable y apacible, no imaginaba que pudiera haber tanto movimiento y sobre todo tanta tienda abierta a estas horas de la madrugada en un aeropuerto no excesivamente grande. Nunca antes me había detenido a observar y comparar las diferentes cafeterías, hojear los diversos e interesantes libros de las librerías, estudiar el menú de cada restaurante, dejar que los olores de la pastelería fresca me azucen el hambre y, como colofón, sentarme con el ordenador sobre el regazo disfrutando de los 60 minutos de conexión inalámbrica gratuita cortesía del aeropuerto (¡cuánto tenemos que aprender en España de Internet, que hasta aquí nos llevan la delantera!).


Por si esto fuera poco, mi amiga Evi, que padece de insomnio, me llama por teléfono y me "acompaña" una horita larga, mientras yo me tomo un té tranquilamente, viendo cómo el tránsito de personas va aumentando conforme la noche se torna en madrugada. Esta charla ncoturna da para mucho y como no podía ser de otra manera terminamos hablando de la crisis, de las huelgas, del FMI, de, de, de... Me pregunta Evi si en estos dos años que llevo viviendo en Grecia he notado un cambio en el carácter de la gente, si el griego se ha vuelto más "skizropós"... Desconozco por completo el significado de la palabra (el acervo léxico de esta mujer no tiene parangón) y tras la debida explicación semántica, mi respuesta es firme: definitivamente, sí.

Cuando colgamos el teléfono, echo un vistazo rápido al diccionario para asegurarme de que he comprendido bien y, en efecto: σκυθρωπός = hosco, depresivo, plomizo. Probablemente sea ese el cambio más importante que he notado desde que vivo en este país y, de momento, la consecuencia más visible de la crisis. De pronto, anuncian por megafonía que debido a la huelga de 24 horas hoy no operan autobuses ni cercanías ni metro desde y hacia el aeropuerto (no dicen que la huelga se renovará casi con toda probabilidad otras 24 horas). Pero yo lo sé y llevo casi toda la noche aquí, inexplicablemente disfrutando de esta vigilia aeroportuaria, porque también sé que en unas horas habré dejado atrás las huelgas y los trastornos que acarrean. Me preguntó cuál sería mi estado de ánimo si en vez de irme llegara ahora mismo y me encontrara con esta situación. Supongo que sería más bien plomizo, depresivo, hosco...

No hay comentarios:

Publicar un comentario