Contra todo pronóstico, mi estancia se desarrolla agradable y apacible, no imaginaba que pudiera haber tanto movimiento y sobre todo tanta tienda abierta a estas horas de la madrugada en un aeropuerto no excesivamente grande. Nunca antes me había detenido a observar y comparar las diferentes cafeterías, hojear los diversos e interesantes libros de las librerías, estudiar el menú de cada restaurante, dejar que los olores de la pastelería fresca me azucen el hambre y, como colofón, sentarme con el ordenador sobre el regazo disfrutando de los 60 minutos de conexión inalámbrica gratuita cortesía del aeropuerto (¡cuánto tenemos que aprender en España de Internet, que hasta aquí nos llevan la delantera!).
27 septiembre 2011
Noche de vigilia
14 septiembre 2011
Los cañones de Navarino
Recorrer la Mesenia, la provincia que ocupa el extremo suroccidental del Peloponeso es como deslizarse por una paleta de acuarelas azules y verdes. Al doblar una curva, cada montaña parece esconder tras de sí una esquinita de mar. No importa cuán remoto sea el lugar que se visite, en Grecia todas las tierras tienen historia. Y la Mesenia no es una excepción. Amén de sus sitios arqueológicos que encierran miles de años, toda la provincia está salpicada de castros medievales, fortificaciones militares de cuando los venecianos campaban a sus anchas por estos lares.
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